Y en mi confusión me encierro como si de cuatro paredes infranqueables se tratara, un sueño falsamente eterno del que despertaré consciente dada la vuelta en mi cama con los pies en la almohada, pero como una adulta. Y mientras consumo mi bol de chocapic de la madrugada, reflexiono sobre el mítico lema del oeste y me doy cuenta de que realmente tiene sentido: en mi vida no hay sitio para dos, así pues uno debe marcharse. Mas mi dedo acusador se acaba de prejubilar, y, careciendo del poder de señalar, mi corazón actúa por su cuenta bajo los efectos de la atracción y cree imposible realizar dicha misión. Con un dedo sobre mi sien, dibujo círculos poco perfectos que, aunque no me ayudarán a pensar me darán a ver que sí, y acabaré sucumbiendo al poder del amor. ¿Cuándo ser feliz del todo? Cuestión que nadie logró, logra ni logrará responder.
By: SKMò
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