sábado, 29 de octubre de 2011
Se acabó. Ahora sí estoy sola. Me lo he ganado, ¿no? A pulso, creo yo. Y, por lo visto, toda la gente que dice conocerme. Esa gente que me conoce mejor que yo misma. Esa gente que te conoce mejor que yo. Porque yo, ¿yo? Yo ya no te conozco. Cada vez te conozco menos. Es algo que pasa en este tipo de situaciones. Cuando una persona pasea y detecta un aroma que proviene de una ventana entreabierta intenta asomarse. Pero el aroma no escapa con la ventana cerrada. Y tú eres una ventana cerrada. Sellada. Con barrotes, maderas y enredaderas punzantes. Y yo después de todo este tiempo me cansé de pincharme. Con cada herida más consciencia de mi falta de juicio, de mi anormalidad, de mi gilipollez y de mi torpeza. Y ya estoy bastante servida. Me quedo en la poca ignorancia que me queda. Sé feliz con la gente que te conoce, que yo me he cansado de conocerte.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario