Mientras el mundo giraba aquella mujer pesimista notaba desde su raído sillón cada uno de los segundos que iban pasando. Le pesaba todo, como si el correcaminos le hubiera tirado un yunque encima. No pudo evitar resbalar hacia abajo de la tela bordada hasta llegar al suelo con las rodillas. Todo le dolía. Mentira. No sabía qué, pero algo le dolía. Lo difícil era: ¿Qué? Notaba que era algo muy profundo, algo que no acababa de encontrar. De repente llamaron a su puerta. Se acercó sigilosamente, pues no sabía quién podía llamar a semejantes horas de la madrugada. Cuando observó por la mirilla qué le esperaba fuera, una niña esperanzada y perdidamente enamorada sonreía al otro lado de la puerta como si no notara el frío polar que helaba los tejados de pizarra.
-¿Hola?- Escupió aquel cuerpo desalmado con un apreciable desdén.
-¡Buenos días!- Exclamó la niña sonriendo con un adorable sarkasmò humorístico.
-¿Qué quieres? Deberías estar acostada.
-Pues... Regalo sonrisas a quien más las necesitas. - Dijo la niña mostrando una cajita roja de entre sus manos.- Y pensé que quizá necesitaría una.
La mujer miro con sorpresa a la pequeña niña. "Menuda maleducada para tener esa edad" pensó. Su expresión tornó aún más irritada. Pero antes de que pudiera hablar la cría le interrumpió la reflexión.
-El rostro es un medidor de e
Comprobó una vez más que la caja seguía herméticamente cerrada y se alejó del porche. La mujer penso y alzo el brazo en su dirección.
-¡Espera! ¡Dame una por favor, necesito una sonrisa!
A lo que un niño de sonrisa divina surge de entre la oscuridad de las calles vacías y le da un beso en la mejilla al dulce ángel enamorado que le responde a la mujer:
-No, usted no necesita una sonrisa. Necesita a alguien que la haga florecer.
¿Recuerdas esa sensación de plenitud? ¿Ese preciado bienestar?
Vulnerabilidad, dulce tesoro.
Atentamente, Mademoiselle Sarkasmò.
Vulnerabilidad, dulce tesoro.
Atentamente, Mademoiselle Sarkasmò.
El correcaminos no tiraba los yunques; era el coyote el que los tiraba y se daba a sí mismo. Quizá eso también pueda servir para reflexionar ;)
ResponderEliminar¡Vulneravilidad, divino tesoro,
ResponderEliminarYa te vas para no volver!
Cuando quiero llorar no lloro
y a veces lloro sin querer.
Yo también necesito una sonrisa, ¿vienes a picarme?
ResponderEliminarultimamente, las sonrisas estan sobrevaloradas, pero nunca esta de más tener una cerca.
ResponderEliminartk (L)